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Candelabro.

No ofenda al tiempo, anímese a envejecer.
En una de esas, de la mano del viento consigas convencer, no a gigantes con zapatos de pluma, sino a enanos, con pisada profunda.
No seamos necios, que cuál candelabro, no fuimos hechos para escondernos.
Elevémonos e iluminemos toda una habitación. Con suerte, está sea La Cocina, La Cocina del corazón.
Aquella donde se rige la inspiración, donde cada aliento es una herramienta que forja a tu imaginación.
Imaginación que lleva a un Sueño, cuál habla de improvisar, con la idea de avanzar y ser mejor.
Pero no se cuelgue, este atento y escuche, que probablemente, este le exija pararse, y sin temor a elevarse, sonría, para luego, iluminarse.

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